Poema


La princesa está triste... se nota en su mirada 
Los suspiros se escapan de su pequeña almohada, 

que ha perdido la risa, que ha perdido el dolor. 

La princesa está pálida de su pequeño dolor, 

está mudo el teclado de tanto amor, 

y en un vaso, olvidada, se desmaya su esplendor. 


El jardín puebla el triunfo de las mariposas hermosas. 

Parlanchina, la dueña de la bella mariposa, 

y vestido de rojo con el amor juega. 

La princesa no ríe, la princesa no siente dolor; 

la princesa persigue por el cielo de dolor 

la libélula vaga triste pero hermosa. 


¿Piensa, acaso, en el príncipe que alguna vez miro, 

o en el que ha detenido su corazón de un suspiro 

para ver de sus ojos la belleza y dulzura? 

¿O en el rey de las islas de las rosas hermosas, 

o en el que es soberano de las perlas preciosas, 

o en el dueño orgulloso de toda su ternura? 


¡Ay!, la pobre princesa de los ojos celestes 

quiere ser golondrina, quiere ser ciempiés, 

tener alas ligeras, con otras aves volar; 

ir al sol por la escala del cielo volando, 

saludar a los lirios llorando y cantando  

o perderse en el viento cuando su boca vaya a suspirar. 


Ya no quiere el palacio, ni la silla de diamantes, 

ni el halcón encantado, un animal tan elegante, 

ni los cisnes unánimes en el lago azul. 

Y están tristes las flores que ya se marchitan, 

los jazmines de Oriente, que al verlo suspira, 

de Occidente las dalias y los lirios del sur. 


¡Pobrecita princesa de labios rosados 

Está presa en sus oros, y sus besos enamorados, 

en la jaula de mármol del palacio de oro; 

el palacio soberbio de su palacio gigante, 

que custodian cien negros fuertes como diamante, 

un lebrel que no duerme porque su amor imploro. 


¡Oh, quién fuera hipsipila que sabe todo sobre amor! 

(La princesa está triste. Que está perdiendo su color.) 

¡Oh visión adorada en su mirada perdida 

¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe por ti, 

(La princesa está pálida. Más pálida que el marfil.) 

Más brillante que el alba, en su alma herida! 


-«Calla, calla, princesa -dice la pobre hada -; 

en caballo, con alas, tristes y enamoradas 

en el cinto la espada y en la mano su corazón, 

el feliz caballero que vive por su amor, 

y que llega de lejos, de la muerte vencedor, 

a encenderte los labios con un beso lleno de pasión».

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